
Recordando la noche anterior comentada por Angel, tengo que puntualizar algo que nunca olvidaré. Y es que cuando salimos del Restaurante dirección a la habitación nos encontramos con desayunos preparados encima de una mesa que ya la recepcionista había preparado para la gente que madrugaba mucho. No sé lo que pasó, pero a mi se me metió en la cabeza cambiar los pastelitos por bocadillos que habíamos comprado en Almería y que todavía llevábamos en lo alto. Parece una tontería, pero me causó una de esas risas tontas que no puedes controlar. Parece que a Ángel también le hizo gracia. Pues cuando llegamos a la habitación, creo que habría unos 15 personas durmiendo, y allí estábamos con unas carcajadas que no podíamos controlar. Yo tuve que salir de la habitación para ver si se me pasaba…al final decidí meterme en la cama,

pero no paraba de reírme…era mejor estar allí.
Bueno, nos levantamos por la mañana temprano, hacía un día frío de esos nublados. Angel arregla su pinchazo y yo retoco las pastillas que estaba en las últimas. Comienza la bajada, y empezamos adelantar a gente que iba caminando. No se que pasaba, pero íbamos chillando del frío que hacía, inclusive creo que vacilando por lo rápido que íbamos. Y claro, algo tenía que pasar. El perigueño Angel pincha otra vez; en su cubierta trasera tiene una buena raja. Nos adelanta la gente que iba andando, nosotros con una vergüenza…Cambiamos la cubierta de atrás para adelante y viceversa. Ángel hace un apaño para tapar el agujero de la cubierta. Seguimos la bajada, y llegamos a Ponferrada (nunca olvidaré el dolor que tenía en el tendón). Allí desayunamos, hacemos unas fotos a la profesión de Semana Santa y continuamos camino. Es a partir de aquí cuando el camino está repleto de perigueños. Llegamos a Villafranca del Bierzo, Angel se echa una foto con unos cabezones, comemos y nos vamos. Nuestra mirada estaba centrada en ese grandioso puerto de O cebreiro. La compañía de la lluvia nos muestra que d

ejamos León para adentrarnos en Galicia. Llegamos a Las herrerías, pueblo muy turístico donde vamos buscando unas zapatas de freno para mi chica. Incluso entramos en un Chino…jejeje, pero la búsqueda se hace imposible. Cruzamos algunos puentes donde los ríos ya son muy caudalosos, y esto se ponía cuesta arriba. La lluvia y los pequeños pueblos de Galicia le dan un toque de magia. Entramos en el pueblo de Hospital, y nos cruzamos con un terrateniente que nos dice que el camino más corto es aquel que tiene 7,5 km. Le hacemos caso. Empezamos a subir, y me quedo sin palabras. Unas subidas que no lo imagináis, la lluvia cayendo fuerte y calando. Yo que se, los peores momentos en bici que he pasado. Para colmo en unas de esas curvitas jodidas pincho. Parece que nos da un bajón psicológico. Hacía frío, íbamos mojados, y el final de la subida no se veía. Después de pasar la subidita llegamos a Laguna. Lo más parecido a estar en el Nepal era estar en la Laguna. La gente estaba sin palabras, todo el mundo buscando un rincón donde no hubiera humedad y alcanzar algo de calor corporal. Esta situación tampoco tiene palabras. Las condiciones atmosféricas eran extremas. Decidimos comer un menú. Después de comer allí estábamos los dos, pensando que no podíamos quedarnos a dormir, sino continuar unos 40 km más. Llegando a coronar el puerto de O Cebreiro (1296 metros) un vien

to de costado y unos granizos que parecían canicas castigaban nuestro semental cuerpo. Echamos la fotillo de turno en el puerto, la idea era que después de coronar dicho pico lo lógico sería bajar, pues no. Un sube y baja, y vuelve a coronar otro puertecito Alto do Poio de 1350 metros. Aunque son bajos hablando en altura las condiciones atmosféricas parecían de estar a 6000 metros de altitud. Los dedos del pié no lo sentimos ninguno de los dos. Nos paramos e intentamos secar el calcetín escurriendo. Llega la bajada, y para no ser más mi bici NO FRENA, pero NADA. Aquí me ves haciendo la pelota a Angel para que me deje las zapatas de freno que días antes había comprado en un Decatlón. Ahora, mi bici frenaba un poco, y la de Angel pasó de frenar mucho a frenar otro poco. Una vez terminada la bajada terminó el suplicio del frío, pero llegaron otros

subi-bajas típicos gallegos de esos rompe piernas que como era de esperar lo superé detrás de la rueda de mi compañero.jeje. De lo contrario hubiera sido fatal. En definitiva, llegamos a un albergue en mitad de la nada. Tenemos que estar dentro antes de las 22:00 (cenamos muy rápido). Por sorpresa el albergue está lleno de chicas. Un acontecimiento no deja dormir a nadie…sólo se escucha murmuro…Llegamos para las 20:30 de la noche y con unos ciento treintaitantos kms en las piernas.
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Cronica Jaime
Resumen:
KM 135
Horas pedaleo 10:00
Desnivel
Albergue: BARBADELO
ALBUM DE FOTOS DIA 7
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